Caña y libertad

Parece ser que hay quienes confunden la velocidad con el tocino o como la paloma, se equivocan, que “por querer ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua, que el mar era el cielo y que la noche la mañana……”

Eso parece ser que les ocurre a algunos que creen que este virus que nos afecta, nos acecha, nos entretiene y nos obsesiona se ha ido con el toque de queda, con la, supuesta, llegada de sus señoría “libertad” a la Comunidad de Madrid. Creen que con las doce campanadas que dan paso a un nueve de mayo vulgar y corriente se han quedad atrás miles de muertos y millones de afectados por esta pandemia que nos sigue afectando, acechando, entreteniéndonos y obsesionándonos.

Que falta de madurez. Que falta de sensibilidad para con los afectados, para con los médicos, conductores de ambulancia, enfermeros, bomberos, policías, etc. y hasta de sus propios familiares más mayores que ellos que han pasado un suplicio encerrados en sus propias casas o en las residencias en las que han vivido durante este largo último año que hemos tenido que vivir.

Tenía vergüenza anoche cuando veía esas imágenes, especialmente de Madrid y Barcelona, en las que una multitud de gente se reían de un camino transitado entre el dolor y la esperanza, entre la vulgaridad de quienes asaltaban las calles de esas ciudades y de quienes en aras de una supuesta libertada han propiciado y, en cierta manera, alentado situaciones como esta.

Yo he tomado cañas, incluso en pandemia, pero siempre atendiendo a las recomendaciones sanitarias. Cuando no podía salir las tomaba en casa. Cuando ya lo podía hacer las tomaba con mis amigos. Si no podía por la tarde, lo hacía por la mañana, Si tenía que ser antes de las seis lo era y si antes de las diez, también la tomaba a la hora que tocaba. Pero siempre me he sentido libre y la caña no era síntoma de libertad.

Hay quienes han confundido la caña con la falta de principios. Todo vale. Entiendo, también, que es difícil de contener el empuje y la fuerza de jóvenes que con sus pocos años se enfrentan siempre al poder establecido y si, además, encuentran quienes les animen exponiéndoles falsos conceptos de libertad alrededor de una cerveza, vaya futuro que estamos formando, vaya sistema educativo que nos propiciarán y vaya principios que estamos inculcando.

En fin, eso. Pienso que una caña no es un principio ni un valor añadido a la libertad porque la libertad siempre cuesta mucho de conseguir y si se consigue sobre muertos, sea donde sea, mal andamos.

La paloma seguía creyendo que “las estrellas, eran rocío
que la calor, la nevad …………………. Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.”

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