Ya han llegado, nuevamente, las fallas
A veces, cuando te
pones delante de un teclado, con ganas de escribir, pero sin saber de que
hablar, me ocurre lo mismo que cuando entras en un ascensor y te encuentras con
alguien a quien apenas conoces y lo más habitual es hablar del tiempo de si
hace sol o está nublado o de si llueve y hace viento, como es el caso de hoy y
ya viene de dos días, fuera continúa haciendo viento.
Aunque lo más normal
es que digamos que hace aire, pero eso es una expresión mal dicha, dado que el
aire siempre existe y el viento lo definíamos, cuando yo estudiaba, como el
aire en movimiento. Fuera lo que hace es viento y si no que se lo pregunten a
mi amigo Paco que es él quien me ha acostumbrado a decir viento; antes también
decía aire, aunque su influencia marinera me ha hecho recordar la vieja
definición de viento y desde entonces intento utilizarla.
Hace viento y su roce
con os edificios emite sonidos similares a los silbidos humanos; las persianas
no dejan de moverse y en algunos instantes, su intensidad da un poco de apuro,
más si te encuentras viendo los informativos de las televisiones que te
muestran las imágenes de los diferentes frentes que entran por el norte y que
no cesan de producir destrozos por doquier.
Pero en fin, como no
quiero ser tan trivial hablaré de esa primera industria de Burriana que son las
fallas y que tras el Pregó han llegado las cabalgatas y las entregas de los
premios de las diferentes actividades desarrolladas, seguiremos, por más
categorías que existan, escuchando aquello de “ens l’han robat” y es que sin
eso no existe la gracia, es como el futbol siempre hay más de una forma de ver
una jugada. Todo depende de tu pasión por uno u otro equipo.
Las fallas son,
además de alegría y humor una importante fuente de ingresos para las familias
de Burriana, su producción supone un trabajo que supera con creces la
facturación de cualquier empresa de la población y el respeto que se tiene
hacia ella deja mucho que desear por los diferentes organismos oficiales,
empezando por el Magnífic y siguiendo por la Agencia Tributaria la cual, ante
el desconocimiento del trabajo y de la actividad, envía sus agentes, en plena
temporada alta, a pedirles cuentas de lo que hacen, no podrían haberlo hecho
hace dos meses, tiene que ser ahora, pero ello no es por afán recaudatorio, es
por obligación, como si el resto del año no se pudieran cometer infracciones.
Nos han llegado las
fallas, sin darnos cuenta, despacio, con ese silencio que se escucha con el
paso del tiempo y de las charangas que animan la fiesta, las calles de la
ciudad y las personas que por ellas discurren con sus problemas a cuestas
poniendo al mal tiempo buena cara y abrigándose si hace frío.
En un abrir y cerrar
de ojos “els ninots” que ocupan nuestra Capilla Sixtina de la cultura, la
Mercé, saldrán prestos a tomar su puestos de salida en la “Nit de la Plantà”
para enfilar su carrera hasta “la nit de la Cremà” en la que el fuego de una
noche de invierno dará paso a un día de primavera con un brillo mediterráneo
que nos hará hervir la sangre, sea cual sea su edad y condición; otra cosa será
la forma de reaccionar.
Nada amigos. Ya
estamos en fallas. Disfrutémoslas y vivamoslas con la intensidad que deseemos.
Al día siguiente, a resurgir de las cenizas.
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