Y, hasta ahora, ningún responsable municipal se ha atrevido a hacer nada.
Hoy estoy blandengue, me encuentro en tierras palentinas rodeado de amigos y hemos realizado unas visitas muy bonitas y bien organizadas. Hemos viajado en autobús y visitado paisajes realmente hermosos en los que la vegetación, pese a los incendios del pasado verano, se encuentra virgen.
Hemos podido comprobar como miles de vacas pastan placenteramente
por los campos de la montaña y disfrutando de lo que la naturaleza les ofrece
antes de que llegue su momento.
Los tonos de sus bosques apuntan hacia el otoño que
precede al invierno en que los osos se aletargarán hasta la próxima primavera
en que saldrán de sus madrigueras para volver a ser los reyes de la montaña
palentina y la especie más cuidada y admirada por quienes visitan la zona.
Digo pues que, a pesar de estar lejos de mis lugares
habituales, estoy blandengue y, de vez en cuando, me pongo algo de mal humor
porque leo por los periódicos digitales, no tan dóciles al gobierno imperante,
lo que está ocurriendo en esa Burriana que reina en la Plana Baixa desde hace
muchos siglos y que no sabe aprovechar sus recursos y sus muchas posibilidades.
Desde hace veinticinco años estamos escuchando aquello de
Sant Gregori. Desde hace más de cincuenta nadie sabe qué hacer con El Arenal
más que prestarlo para el Arenal Sound. Hace unos setenta años que nada se ha
hecho para remodelar El Pla y ahora el proyecto previsto parece que nos lo
tienen que hacer unos arquitectos que remodelaron la Plaça del Ajuntament de
València cuando quien debería tener claro que es lo que hay que hacer es el
propio consistorio para que el redactor atienda sus propias peticiones.
Sin embargo, me da un no sé qué, que se va a actuar sin
visión de futuro, sin saber qué es lo que necesita la zona y con el riesgo y el
atrevimiento de alguien que es incapaz de ver en un solo instante lo que puede
ocurrir con decisión, firmeza y una gran premonición de lo que puede ser como
revulsivo para la ciudad y es que, el centro de una población es de todos los
vecinos y los barrios son, mayoritariamente, de los vecinos que los habitan.
Digo pues que hay que ser decididos, sopesar las
opiniones de sus moradores y analizar todos los parámetros y. especialmente,
absorber a todos aquellos vehículos que se sitúan en superficie para que bajen
a las profundidades de la tierra para que su impacto visual sea el menor
posible y que las áreas de superficie revitalicen todas esas zonas que se
encuentran bastante deprimidas.
Y, para todo lo anteriormente dicho, hay que hacer
algunos sacrificios y, probablemente, supondrán algunas impopularidades
momentáneas que, con posterioridad, se convertirán en fortalezas para quien sea
capaz de tomar esa decisión y, hasta ahora, ningún responsable municipal se ha
atrevido a hacer nada.
Comentarios
Publicar un comentario