El legado del Cardenal Tarancón, un legado maltratado
De risa me parecen
las manifestaciones del alcalde de Burriana respecto del Museo del Cardenal
Tarancón sobre lo de iniciar una denuncia contra la iglesia después de que tras
muchos años no se haya abierto al público este centro que debería ser un lugar
de estudio de uno de los más grandes personajes que ha dado la ciudad de
Burriana, no sólo por su valor religioso, sino por el valor humano y social del
personaje.
¿Y para eso se ha tardado trece años? ¿Donde
ha estado viviendo durante todo ese tiempo? ¿Se ha enterado de algo? A lo largo
de esos trece años, seis ha sido concejal de cultura y siete que es alcalde. ¿Qué
se ha hecho para recuperar para los ciudadanos la memoria de tan insigne
personaje? Nada. No se ha sido capaz ni de recibir el legado del cardenal y no
será por los esfuerzos llevados a cabo por la familia, la cual, en algunas
ocasiones ha sido ninguneada por el alcalde y por el actual concejal de
cultura.
Se habla, ahora, del
museo y legado del cardenal Tarancón y ¿que se ha hecho con el Museo de la
Naranja? ¿Por qué no se demanda a los organismos que no han cumplido con sus
obligaciones? ¿Es suficiente desde el ayuntamiento decir que si que se ha
cumplido con sus obligaciones económicas? ¿y las morales, éticas y sociales que
demandan los ciudadanos de Burriana?
No sé, creo que estoy
meando fuera de texto, pero como persona a la que le gusta la cultura y su
difusión, me duele ver lo que veo en Burriana. No hay una programación estable,
teatro, música, danza, etc.; no hay una sucesión de exposiciones que atraigan,
salvo contadas excepciones, el interés de los ciudadanos y los actos se
suceden, uno tras otro, sin que apenas mucha gente se entere. En fin, sigue doliéndome
lo que digo y especialmente por la memoria del Cardenal Tarancón a quien
considero que nuestros dirigentes locales le deberían tener en mayor estima y
ello no se traduce en los fastos de dedicarle un año del que poco o casi nada
ha perdurado con el tiempo. ¿ O tal vez si y yo estoy equivocado? A lo mejor
así es. Y todo ello no es porque la partida económica de cultura no supone un
dispendio importante para las arcas municipales, más bien al contrario.
Tal vez, la ironía me
lleve a decir que nuestro Magnífic no tenga la culpa de esta situación, sino
que más bien fuera el propio personaje el causante de ella y que tras su fallecimiento
su legado y su museo sigan el mismo camino que su trayectoria, conflictiva para
la iglesia y conflictiva para las instituciones civiles. Ello es una muestra
más la falta de consideración, por parte de algunos que nos gobiernan, sobre la
consideración del personaje.
De todas formas, esta
situación no es más que una muestra de la falta de gestión de un ayuntamiento
abocado a un futuro en el que lo único que vale es salvar los muebles, o mejor
dicho, salvar la silla en la que me siento y pegármela con “loctite” no sea que
me la quiten.
¿Y ahora que?. Aunque
la parroquia de El Salvador abra el Museo del Cardenal Tarancón, el legado está
en otra institución, el colegio salesiano, habrá que hablar con ellos para ver
si quieren cederlo o lo quieren conservar ellos, ¿no hubiera sido mejor hacerlo
en el momento oportuno? desconozco los contenidos de la donación, pero en
cualquier caso no hubiera sido mejor no olvidarse de este tema y que se
enquistara como el Museo de la Naranja. En fin, no se, me suena una vez más a
falta de ganas o tal vez fuera de capacidad de quien debiera haber dirigido en
los últimos años la cultura y los designios de esta ciudad que como digo muchas
veces tiene muchas posibilidades y todas desaprovechadas.
Es muy posible que
alguien diga que ha sido por cuestión de dinero y yo me pregunto ¿Cuánto les cuesta
al colegio salesiano? ¿Está suponiendo su custodia un gran dispendio? ¿No lo
hubieran podido custodiar los diferentes servicios municipales? La respuesta es
sencilla, si, pero eso se llama gestión, una palabra no entendida por muchos de quienes nos gobiernan y es ello lo que me lleva a la conclusión de que el legado del cardenal Tarancón es un legado maltratado.
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